El "vicio" del voto viciado
A puertas de las elecciones municipales y regionales, escucho comentarios de alumnos y amigos sobre su intención de votar viciado o en blanco a modo de protesta por su desconfianza hacia el alicaído y casi inexistente sistema de partidos en el Perú.
Recuerdo que, en los primeros procesos electorales que participé, también voté viciado. Básicamente por las mismas razones. Renegaba del sistema democrático y de sus instituciones imperantes que representan a intereses de grupos de poder y del gran capital.
En esta ocasión, tenemos una amplia oferta electoral para el caso de Lima Metropolitana. Existen trece candidatos que ofrecen el oro y el moro para obtener nuestro voto. Prometen modernizar la capital, hacer una serie de obras viales y acabar con la delincuencia. Sin embargo, paralelamente aparecen denuncias de corrupción (como Comunicore y el caso de la Caja Metropolitana de Lima), de falsear datos en hojas de vida y de vinculaciones con mafias.
Muchos jóvenes rechazan esta oferta electoral debido a que vinculan la política con las acciones turbias de personas que se dedican a esta actividad. Es decir, relacionan a la política con el lucro personal (entran para robar), o prefieren aceptar a la autoridad elegida (roba, pero hace obra).
¿Conduce a algo anular el voto o viciarlo? Es democrático ejercer este derecho. Sin embargo, considero que expresa un desinterés que impide ejercer la ciudadanía y obstaculiza el fortalecimiento de la democracia y la creación de un real sistema de partidos.
El voto viciado o blanco no se contabiliza en el sistema electoral. Por lo tanto, posibilita obtener la victoria a quien lidera las encuestas. Es más, cuando está reñida la contienda electoral, puede ocasionar sorpresas en los resultados. Este aspecto se debe considerar porque existen más de diez por ciento del electorado en Lima metropolitana que aún no define su voto.
Otros jóvenes deciden votar viciado porque son parte de colectivos o agrupaciones políticas que buscan ser la alternativa "diferente". Sin embargo, caen en el ‘purismo político’ al considerar que solo con su agrupación realizarán cambios que “realmente” necesita el país.
Por el contrario, si queremos ejercer la política y desarrollar una verdadera ciudadanía, es importante participar de forma efectiva en las contiendas electorales. Es decir, votar por las propuestas de estos candidatos. Nos guste o no.
Cuando las nuevas autoridades asuman y no cumplen lo prometido, el derecho ciudadano posibilita la revocatoria. En casos más críticos, incluso existe la alternativa de la desobediencia civil amparada por las normas constitucionales. Pero lo mas importante es generar condiciones para crear un verdadero sistema de partidos políticos que permitan el fortalecimiento de la Democracia.