¿Quo vadis Bellas Artes?
El arte no es una cosa , sino un camino
Hace 96 años, la oligarquía civilista impulsó la creación de la actual ENSABAP, una escuela de formación de profesionales vinculados a las artes plásticas. Eran años en donde el Perú oligarca era excluyente con los sectores mayoritarios, principalmente indígenas. Aquellos, que eran los dueños del Perú, miraban a Europa como modelo de continente, un paradigma de proyecto moderno a seguir.
La educación era de difícil acceso, excepto para los hijos de la oligarquía que podían acceder a la vida universitaria. La universidad Mayor de San Marcos, la escuela de Ingenieros, la Escuela de Artes y Oficio, la Escuela de Agricultura eran símbolos de una educación clasista, marginal, elitista y en donde las ideologías como el positivismo y el darwinismo social eran los ejes centrales de la formación de la intelectualidad de la época.
José Pardo y Barreda nombrado como “candidato de consenso” en la convención de partidos de 1915 fue el protagonista para ejecutar la creación de la primera escuela oficial de artes plásticas en el país. La búsqueda de un director demoró algún tiempo para concretar este proyecto. Algunos afirman que entre los candidatos estaba el gran artista Teófilo Castillo, pero por razones que aún no están esclarecidas no llegó a serlo. Para tal empresa, fue encargado a Daniel Hernández, quien se encontraba en el Viejo Continente (lugar donde había pasado casi toda su vida profesional).
Los años veinte, la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA) tuvo el apoyo del régimen dictatorial de Augusto B. Leguía, años donde la “Patria Nueva” se imponía en el discurso oficial del país. Patrones clásicos de formación basado en los estilos de moda europeo se imponían en los talleres de la ENBA, pero, como siempre, ocurre una institución educativa no lo hacen sus docentes, sino sus mismos estudiantes y es aquí donde se produce el primer gran cambio de la escuela.
En esos años, la nueva generación de estudiantes reclamaba una mirada hacia dentro del país. El Perú no es Europa, el Perú es diferente, los rostros son distintos. Había alguien que no era tomado en cuenta: el indígena y él iba a ser el centro de atención de los alumnos de la escuela. Esto puede ser visto como un nuevo gusto estético, una nueva moda (pero no se puede negar como una ruptura de los anteriores paradigmas).
En esta nueva generación, se encontraba José Sabogal quien sería alumno y luego se convertiría en director desde 1932 hasta 1943. Fueron años donde la escuela y la corriente indigenista tuvieron el esplendor no solamente en el país, sino también de toda Sudamérica. Esto se mantiene años más tarde durante la gestión de otro gran artista: Ricardo Grau durante los años 1945 y 1949.
La llegada de los años 70 (y los militares como Velasco Alvarado) provoca la primera clausura de la escuela (aspecto que aún requiere una mayor investigación). La creación del Instituto Nacional de Cultura provoca que la ENBA (ahora Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, ENBAP) pierda la autonomía y pase a depender de este organismo. Son años de crisis que se mantendrá durante buen tiempo.
La falta de una visión integral desde los gobiernos de turno, la crisis económica y el conflicto armado interno harán que la Escuela tenga diversas dificultades tanto en su aspecto académico, administrativo como presupuestal; pero a pesar de todo ello, nuevas generaciones de artistas siguieron apareciendo y destacaron en diversos espacios, tanto a nivel nacional como internacional.
Los años del neoliberalismo y su mirada de una sociedad más individual y pragmática provocan que la escuela se sumerja en una aguda crisis que ocasiona que nuevamente sus estudiantes sean los protagonistas, como ocurrió en los años 20, de un nuevo cambio. Fue en el 2008 que, luego de una paralización que duró varias semanas, la Escuela tuvo el rango universitario, alternativa que anida una vía de mejora.
Han pasado 6 años desde que la ENSABAP tiene este rango. Ha habido cambios importantes en su plan curricular. El ingreso de nuevos profesionales ha permitido ciertos niveles de mejoría y la búsqueda de una formación más integradora. Pero aún falta superar todavía vallas en muchos aspectos. Esto no solo depende de caudillos o mentes iluminadas, requiere de una toma de conciencia de parte de todos sus estamentos (estudiantes, administrativos, docentes y modelos).
Hoy, por ejemplo, lamentablemente los estudiantes (símbolo de cambio) y sus docentes se encuentran divididos, enfrascados en puntos de vista que son difíciles de consensuar. Esto limita el desarrollo de la escuela que cumple 96 años. En suma es importante ser autocríticos, generar reflexiones y, si es posible puentes de diálogo en perspectiva de continuar con la generación de nuevos artistas e investigadores que necesita nuestro país.